Turismo Oriental

Rubén
3 min readMar 4, 2019

Q de tréboles

Cuento perdedor del concurso de relatos corto Libre Mente Agifes 2018.

Se mira al espejo pero no es ella. Sí tiene el pelo corto y negro, o no tan corto, ya llega hasta el cuello y se aleja un poco en las puntas. Sí tiene los tres lunares como puntos aparte de frases sueltas, pero no son suyos. Sí se toca el pelo, pero es como si estuviera tocando otra cosa, como si el espejo fuera un juego de espejos.

El agua fría no es tan fría. Siente el golpe como si viera que alguien se moja, como quien mira desde una piscina a los que están secos y los salpican. El agua comienza a calentar, sin mucha intensidad, siente el calor como lo sentiría la cortina que separa la ducha del resto del baño. Piensa en lo que le está pasando, trata de iniciar uno de esos monólogos internos que todos dicen que todos tienen en las duchas. Pero no sabe si se habla o le habla a alguien más. No sabe si la pregunta es ¿Qué me pasa? O ¿Qué te pasa?

Sale del baño evitando el espejo y entra en su cuarto esquivando los reflejos, se viste y se peina y se maquilla sin mucho interés y sin mucho problema. Como no sabe si tiene hambre decide no desayunar, tampoco ha mirado el reloj pero siente que va tarde. Ve mensajes en el celular, mensajes de la noche anterior, nada grave nada nuevo. Pero se siente extraña respondiendo, como si tomara un celular ajeno, como si hablara por alguien más, como si lo que dice fueran respuestas predeterminadas que ya estaban escritas y que no responden mucho.

Espera el bus pero en la calle se siente perdida, duda de si ese es el lugar dónde para su bus, duda de que un bus pueda ser el suyo. Mira la calle de enfrente como si la viera por primera vez, como si el concepto de una calle que está al frente fuera una idea nueva. Entra al bus, copia los movimientos de los que se montan antes que ella. Mira las manos con las que paga, las uñas pintadas de azul, un azul perlado y piensa que podrían ser de cualquiera, las mira como si estuvieran ahí solo para que las mire, no para que las use.

Se sienta. Hay un reflejo pálido en la ventana ¿suyo? que le parece tanto o más ajeno que la ciudad por la que cruza. Mira los edificios, las bicicletas, la gente que va caminando, las mira como si les preguntara qué hacen. Su reflejo la impacienta, piensa en cerrar los ojos pero no está segura de si sus ojos van a responderle. Se cierran.

Llevada por la inercia se baja del bus. Pasan personas que siente que ha visto en videos sobre ciudades, personas que caminan rápido, personas que hablan con otras personas, personas que saben quienes son; pasan hablando un idioma que conoce pero no entiende. Se queda frente al edificio de vidrio donde trabaja. Se siente como una turista oriental que ha perdido a su grupo; como una turista oriental que sintió vergüenza de gritar cuando los vio y no hizo nada cuando comenzaron a alejarse, y se quedó sola y siente que debería estar impresionada o interesada. Mira directamente al edificio que tiene enfrente pero no sabe qué decir ni a quién comentarlo.

Sus manos se levantan, las ve sacar su celular, abrir la cámara. Sus manos comienzan a tomar fotos que ella nunca hubiera tomado, las mira como si se hubiera rendido, como cuando un perro se escapa y su amo en vez de perseguirlo se rinde y lo deja correr.

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Written by Rubén

Perdedor serial de concursos literarios.

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