Drácula de vacaciones

Rubén
3 min readSep 3, 2021

En el cuarto principal de un castillo alquilado Drácula intentaba dormir. Respiraba lentamente, con los ojos cerrados. Se concentraba en sentir el aire entrando a sus pulmones. Hacía un esfuerzo sobrenatural para no pensar en los problemas de sus aposentos; demasiado húmedos, demasiado cálidos, con demasiada luz. Definitivamente iba a dejar una mala reseña.

El zumbido de un mosquito lo hizo abrir los ojos. No sabía de dónde venía hasta que sintió al insecto chocando contra su oído. Se sentó en su ataúd, lo buscó con la mirada. Lo vio volando sobre sus pies, posándose en la madera negra y rascándose las patas sobre su terciopelo nuevo.

¡Fuera! gritó el vampiro. Pero no sabía si los insectos lo entendían y al parecer tampoco los asustaba su voz demoníaca.

Trató de aplastarlo con su mano, intentó asfixiarlo con su sombra, pero los ataques eran esquivados por el mosquito que parecía verlo todo en la oscuridad. Se sentía pesado; había comido mucho en las semanas que llevaba disfrutando del trópico.

El castillo que alquiló por una temporada, llevaba años o tal vez siglos, decía la descripción de Booking, deshabitado. nadie sabía qué iba a pasar al entrar. Todas las cenas se convertían en festines para sus invitados y más tarde para él. Era lo mejor de haber dejado Transilvania. Le habían advertido de muchos peligros pero ¿Quién se atrevía a decirle a Drácula que hacer?

El vampiro maldijo su indigestión. Se juró que nunca más volvería a comer turistas americanos; demasiado colesterol. Recordó cómo los había dejado sobre la mesa del comedor principal, apilados igual que los huesos de alitas de pollo que se habían devorado. Recordó cómo se les había acercado; despacio, sin que supieran de dónde venía. Dándoles el tiempo justo para pensar en huir.

Pensó en qué hacer, pero el zumbido del mosquito se metió en sus pensamientos. Cerró la tapa del ataúd pero el zumbido se coló dentro. Abrió la tapa y miró al techo deseando que cayera sobre él y el mosquito.

Desesperado, se convirtió en murciélago y decidió comérselo. Un poco más de sangre no le sentaría tan mal, o eso esperaba. Voló alrededor del cuarto persiguiendo al insecto, abriendo la boca, buscándolo con sus chillidos ultrasónicos, desordenando las cortinas y rasgando el papel tapiz rojo. El mosquito giraba alrededor del murciélago, lo esquivaba como si pudiera calcular su trayectoria y lo que era más humillante, lo hacía escuchar el zumbido que era ensordecedor en sus oídos ultrasensibles.

No puedo más, dijo el vampiro volviendo a su forma humana. Se dejó caer en el ataúd. Cruzó los brazos. Intentó respirar de nuevo. Cerró los ojos con fuerza.

Pero no podía cerrar sus oídos y volvió a escuchar al insecto. Sintió las patas diminutas en su cuello y levantó la mano. El mosquito volvió a huir. Drácula se quedó con la mano levantada, temblorosa. Sentía el zumbido sobre su cabeza pero no sabía dónde estaba.

Se puso de pie, las cortinas desordenadas dejaban que la luz de las cuatro de la tarde se escabullera en los rincones de su cuarto. Decidió irse, o por lo menos salir de su castillo Pensó en huir, pero su pie izquierdo, al lado del ataúd no termino de dar el paso y volvió a quedarse junto al pie derecho. Las patas del mosquito estaban sobre su cuello. Drácula no pudo siquiera levantar la mano. Sintió la pequeña aguja atravesar su piel.

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Written by Rubén

Perdedor serial de concursos literarios.

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